Cada uno ya habla sobre eso, a veces incluso es molesto. ¿Por qué entonces escribo mi primer blog sobre las redes sociales? Pero, cuando me imagino cuántas veces durante un día se encuentra algo sobre las redes sociales en el discurso de un jóven, mis cálculos sin duda terminan siendo menores especialmente por la importancia psicológica que el fenómeno de las redes sociales esconde. Cuando estamos madurando, estamos creando nuestra identidad, la imagen que dice quién soy, cómo soy, cómo me ven los demás, mis amigos, mi familia, a dónde pertenezco y a dónde no. Las redes sociales, especialmente Facebook, permiten a los adolescentes crear su autopercepción ideal. En su perfil publican lo que quieren que otros sepan sobre ellos. Quieren mostrarse, ser vistos y cautivar la atención de los demás, no estar ocultos.
Los adolescentes se presentan en Facebook de diferentes formas: suben fotos, videos, cosas que les gustan, se identifican con diferentes grupos. Se presentan a ellos mismos como quieren que se les vea en su entorno social. A la vez, Facebook es un criterio de la popularidad; ¿quién tiene cuantos amigos?, ¿quién me puso cuantos “me gusta”?, ¿qué comentario me escribieron?, etc. Si tengo bastante de estas respuestas, mi entorno social me percibe como una persona popular, exitosa e interesante. Los adolescentes crean su autopercepción especialmente según lo que piensan los demás sobre ellos. Cuando son populares en Facebook y tienen la retroalimentación positiva a las cosas que enseñan a otros, se sienten mejor, tienen más alegría y estan más satisfechos con ellos mismos. Pero, ¿qué pasa, si recibo más retroalimentación negativa que positiva? ¿Interfere eso con mi autopercepción? Esta es la razón principal de por qué los adolescentes pasan tanto tiempo metidos en Facebook. Su perfil tiene que ser el mejor posible, para que lleguen más “me gusta” y respuestas positivas (especialmente si hablamos de las adolescentes). Poco a poco conforme se está llegando a ser más maduro, esta necesidad del perfil ideal desaparece y los perfiles de los adolescentes (de 16 años y más) en las redes sociales llegan a ser más reales, son más como la realidad que continúa en el mundo virtual.
Pero regresando a los adolescentes y sus perfiles ideales. ¿Ayuda este “perfil ideal” a los que normalmente no son tan populares, conversadores o no cumplen los criterios actuales de lo que se percibe como aceptado? Tal vez hasta hace poco era así. Internet era un espacio donde se imponían aquellos que probablemente no fueran necesariamente atractivos o expuestos físicamente debido al anonimato que existía entre la persona en Internet y la persona real. Pero ahora subimos nuestras fotos tan fácilmente que ni siquiera sabemos cómo. Además los adolescentes evalúan diferente sus propias imágenes que las imágenes de los demás, la línea entre lo atractivo y lo ridículo es muy fina. Es decir, hasta dónde la foto enfatiza lo positivo y hasta donde está adornada de tal manera que pretende lo que en realidad no es. Por un lado, las fotos son evaluadas como hermosas, interesantes, esta persona es popular, siempre está en alguna fiesta y por otro lado se exhibe o “resuelve sus complejos”. Entonces, ¿quién de “lo ideal” saca provecho? ¿Cuán grande es la posibilidad de que cuando soy popular y preferido en el vida real, soy popular y preferido también en la vida virtual? ¿Mejora mi “perfil ideal” en Facebook mi autopercepción o no? Pues, honestamente, en este caso estoy muy escéptica. Sin lugar a duda, independientemente de la edad cada uno de nosotros necesita pertenecer a un grupo. De igual forma, la posibilidad para identificarse con un grupo en las redes sociales representa una ventaja, algo positivo. Siento que pertenezco a algún lugar, encuentro amigos nuevos, con esto adquiero más contactos y más popularidad. Pero según un estudio del 2010 del instituto eslovaco de investigaciones psicológicas y patopsicología, los adolescentes se comunican por las redes sociales generalmente con los que se encuentran usualmente, en la escuela o por otro lado. Por lo tanto, la posibilidad de pertenecer a un grupo en una red social no mejora la situación en cuanto a la autoestima de los que no son tan populares en la vida real.
¿Y qué tal los adolescentes y las amenazas en la vida virtual? Muchos padres piensan, que sus hijos son ingenuos y no saben qué les puede pasar. Si ustedes piensan, que eso es así de verdad, están equivocados. Los jóvenes están conscientes de los riesgos que las redes sociales les traen. Tienen un conocimiento bastante bueno de cuales datos personales que publican en Internet es necesario proteger, conocen las posibilidades y las usan. Probablemente todos los padre temen que el Internet traiga a su hijo experiencias negativas. Y verdaderamente, muchas veces no es posible evitar esto. Podemos suponer y la mencionada investigacion así como otras lo respaldan también, que los que pasan más tiempo en Facebook, chatean más, marcan más información sobre ellos mismos a la vez se arriesgan más a las amenazas como las ofensas, la burla, el acoso online, los comentarios e indirectas sexuales, el bullying informático, etc. Sin embargo, no es necesario desentenderse del otro lado del problema así que los adolescentes no son solamente las víctimas de estas amenazas, sino que muchas veces también participantes. Mi hijo no es así; pero, ¿podemos decirlo con toda certeza? En la misma investigación los jóvenes admitieron que generalmente en Internet hacen bromas de otras personas, se burlan de ellos u ofenden a alguien, graban videos o toman fotos de otras personas en situaciones delicadas.
Las víctimas de bullying informático generalmente saben quién es el agresor. La mayoría de veces al agresor es alguien de su vida común o un conocido de la red social. Prácticamente no lo dicen a nadie y cuando deciden comunicarselo a alguien, generalmente es un amigo. Sin embargo, los adolescentes reaccionan al acoso cibernético diferente. Algunos no lo toman muy seriamente, a algunos les provoca emociones negativas como tristeza, sentimientos de inferioridad o degradación los cuales pueden permanecer en ellos mucho tiempo, otros al contrario reaccionan de manera ofensiva. Por supuesto, los más vulnerables son los adolescentes con la menor confianza y los que reaccionan con emociones fuertes. A las amenazas de Internet muchas veces reaccionan pasivamente.
Quiero proteger mi hijo por eso le restringo las actividades en el Internet. ¿Y de verdad eso funciona? Personalmente yo me identifico con los resultados del estudio, los cuales confirman que estas estrategias restrictivas de los padres no son muy efectivas, Los adolescentes a los cuales les prohibieron ciertas actividades en el Internet no están más protegidos de las amenazas en el Internet y tampoco saben reaccionar más efectivamente. Sin embargo usted como padre no puede solamente mirar y no hacer nada. ¿Cómo entonces ayudar a nuestros hijos? La prevención de las amenazas online empieza ya en la relación padre – hijo. Aseguren a sus hijos la posibilidad de vivir los sentimientos del bienestar personal, la autoestima y la confianza sana. La satisfacción y el equilibrio mental les ayuda a los adolescentes a enfrentarse con varios problemas, así como con las amenazas de Internet. Hablen con los niños sobre el Internet. Estén cerca de ellos, cuando están con las actividades en el Internet , descubran juntos las posibilidades de Internet y las actividades online. Sean modelos para sus hijos en cómo compartir o no datos personales en Internet. Claro está también que los adolescentes necesitan cierta privacidad en el Internet, pero los niños menores seguro agradecen esta ayuda. Por eso es necesario darse cuenta a tiempo de qué está haciendo su hijo en Internet. Seguir el ritmo de las tecnologías nuevas, para que sean capaces de ayudar a sus hijos. Si tienen una hija, hay que aumentar la atención a las partes de las amenazas aliadas a la sexualidad. Y lo más importante, que no se les olvide que como usted, sus hijos también necesitan su bienestar.
Autor: PhDr. Anna Balgová
Agradecemos cordialmente por los datos de la investigación a PhDr. Jarmila Tomková – psicóloga del Instituto eslovaco de investigaciones psicológicas y patopsicología, especialista en el asunto específico del desarollo infantil y la socialización en el ambiente del internet.